Todas las esperanzas están puestas en la vacuna que en un plazo razonable podría estar a punto en 12-18 meses.
Las hay de tres tipos, una con una tecnología similar a la de la gripe (lenta en producir), otra con una tecnología ya conocida y una tercera cuya tecnología jamás se ha aprobado en adultos en ninguna vacuna.
Con ello hemos de pensar que, a partir de que la vacuna esté “a punto” pasará un tiempo indeterminado hasta que cada uno de nosotros obtenga su adecuada dosis, dependerá este extremo de diversos factores (nacionalidad, tecnología utilizada, factores de riesgo y otros).
Asimismo hemos de pensar que la eficacia de una vacuna nunca en ningún caso es del 100 %, puede ser en un caso de éxito de un 90-95%.
El virus puede mutar y ocurrir como con la gripe que circulen diversas cepas y la vacuna disponible ya no sea eficaz o pueda no serlo, y vuelta a poner el cronómetro de la disponibilidad.
Y como tercera cuestión principal la personas tenemos un periodo de inmunidad desconocido pero limitado, la media de las hipótesis es de dos años para este tipo de virus, aunque se desconoce.
Como corolario podemos afirmar que, en el momento que esté disponible la vacuna , pongamos dos años en caso de éxito, luego hemos de pensar que el virus no desaparecerá por diversas cuestiones y por tanto las medidas de distanciamiento social medievales que nos ocupan continuarán vigentes por lo contagioso y virulento, especialmente en personas de más de 50 años, del virus.
Tenemos Covid para rato.
Hay que trabajar a fondo en el tratamiento, dadas las limitaciones de las vacunas, asunto que de momento está muy “verde”. Mediante el mecanismo de la serendipia hemos de confiar que cualquier medicamento ya en uso curiosamente pueda ser útil para este SARS. De momento los tratamientos son pobres y muy agresivos. Esperemos y confiemos.