El nobel de economía Milton Friedman afirma que «Mucha gente se queja del despilfarro público, pero yo lo doy por bueno, por dos razones. En primer lugar la eficiencia no es nada deseable si alguien está haciendo algo malo. El Gobierno hace cosas que no queremos que haga, de modo que cuanto más dinero despilfarre, mejor. En segundo lugar , el despilfarro lleva a los hogares de la gente el hecho de que el Gobierno no es un instrumento eficiente y efectivo para conseguir sus objetivos. Una de mis esperanzas es la desilusión creciente con la idea que el Gobierno es ese hermano mayor siempre sabio, todopoderoso, que puede resolver cualquier problema que salte en el camino».
Friedman fue asesor ecónómico de Thatcher y Reagan, no hace falta que añada nada más sobre sus ideas liberales.
En esos hogares que menciona vive gente cuya renta y patrimonio es de media mil veces inferior a la renta y patrimonio del dueño de la empresa para la que trabaja.
Cuando voy por la calle (en coche, moto, bici, caminando, da igual) observo con asombro como en realidad nos parecemos mucho las personas entre sí, pues de lo contrario no podría conducir casi nadie. Es decir, personas con unas formas de ver el mundo o un patrimonio muy diferente a otros en realidad actúan de formas muy parecidas, mientras se conduce un auto se toman constantes decisiones y se conduce de determinada manera que solo los humanos pueden (como seres vivos).
Y me pregunto a qué tanta desigualdad pues las personas somos muy parecidas en habilidades y formas de actuar y de «conducir».
No solo tienen mil veces menos de renta y patrimonio, además la mayoría de mortales no tienen nada, están endeudados hasta las cejas, o sea que la diferencia en patrimonio neto es de infinito.
Todo esto es muy obsceno.
Esto no debería ser una casa de juegos donde alguien entra sabiendo que la banca siempre gana.