Los ciudadanos en general tenemos muy mala percepción de los políticos, aunque seguramente hay una parte de reflejo de la sociedad en los mismos.
No obstante, al margen de que tengan sueldos altos o no, que tengan pensiones vitalicias cuando abandonan el cargo, que haya corrupción de juzgados, hay unos asuntos que tienen relación con el ejercicio del poder, lo que se suele llamar «el poder de las élites» o que las élites deciden y gobiernan y así.
El libro «Las redes del poder en España» de Andrés Villena nos ilustra.
En España existe un grupo de altos funcionarios que se puede decir que son los que toman las decisiones relevantes especialmente en materia económica. Estos altos funcionarios forman una estructura de red que viene de décadas, ya de tiempos del franquismo. Muchas veces comparten funciones en los partidos, parlamento, cargos ministeriales con la de ostentar cargos directivos relevantes en grandes empresas, especialmente de los 3 sectores más estratégicos en lo económico, a saber energía, sector financiero y construcción.
Asimismo participan en «Think tanks», los laboratorios de ideas, de todo tipo e ideología.
No obstante, y esto es lo más importante, estas personas trabajan al servicio de la economía neoliberal y de los intereses de las grandes empresas.
Las redes son impresionantes. relaciones de parentesco, nobleza, alta burguesía y oligarquías, dinastías. También, en los lugares donde se preparan oposiciones coinciden. Estas personas normalmente, a parte de ser brillantes, han de disponer de recursos para poder preparar la carrera.
Esta nobleza de Estado tiene una particular forma de ver el mundo que resulta similar a la de la minoría dominante. Acostumbrada a trabajar en las más altas instancias estatales, en contacto continuo con representantes de las empresas privadas y de los organismos internacionales y con sueldos muy por encima de la media, acaban compartiendo una ideología similar a la de los principales miembros del resto de esferas de influencia. Además dado el carácter cohesivo de los distintos cuerpos técnicos, les otorga una capacidad de resistencia que frena la implementación de las iniciativas políticas. Esta visión compartida acaba por contagiar a los dirigentes estatales.
Los hijos de las sagas familiares se crían en un ambiente propicio para opositar a estas plazas en procesos no siempre del todo transparentes. Ellos fijan la agenda.
Intereses también territoriales de todo tipo, no solo empresariales.
Todos los cargos públicos, son parientes, cuñados, amigos, compañeros de estudios, de trabajo. Permea absolutamente a toda la capa que toma las decisiones en grandes empresas y ministerios.
Un ejemplo serían la creación de las sicav y una regulación que desvincule su control y la fiscalización por parte de la Agencia tributaria y lo haga la CNMV y sigan tributando así al 1 % en lugar del 35 %. El Proyecto de Ley lo votaron todas las formaciones excepto IU. En este aspecto se ponen todos de acuerdo, incluidos los izquierdosos independentistas de ERC.
Un ejemplo interesante es el del joven sindicalista obrero de la construcción sin formación académica Javier de Paz Mancho, que acabó siendo director general de Comercio Interior, más tarde director adjunto de Panrico y se convirtió en multimillonario. Este no viene de ninguna saga, pero es un hombre «hecho a sí mismo» de una forma rocambolesca.
También tenemos el caso de Sacyr, que logra la adjudicación de unas obras en Panamá, exigiendo a cambio el gobierno panameño al ejecutivo español que elimine al país de su lista de paraísos fiscales.
De esta manera estas redes permiten dirigir «adecuadamente» las directrices del stablishment y defienden los intereses de los poderosos. Apelan al miedo a que se vayan empresas del país o que no entre inversión extranjera, que paguen menos impuestos los ricos, tienen el control de las empresas estratégicas, por ejemplo un gran banco puede comprar deuda del Estado o reestructurar deudas de partidos políticos, las eléctricas se benefician de ventajas fiscales y legislación en su materia y sus tarifas, existen unos intereses egoístas y directos de las familias y empresas que dominan el cotarro, ayudas en las negociaciones con el extranjero, políticamente se mantiene el cortoplacismo de las democracias y se ve beneficiado el gobierno de turno, se benefician más unas empresas que otras, se consiguen adjudicaciones, privatizaciones y consolidación del neoliberalismo que tanto desean los oligarcas, hay personas (políticos) que se colocan en buenos puestos directivos de grandes corporaciones. Y así funciona el país y el mundo.