La culpa de los efectos de la DANA

Este tipo de eventos en el litoral Mediterráneo español es habitual en su frecuencia, pero no en su fase destructiva más extrema.

En la vida de una persona que viva en esta zona geográfica posiblemente en una ocasión habrá una ocasión así, con lo que las personas lo damos por accidental, ocasional y puntual.

Por ello, aunque hay infraestructuras construidas, éstas contienen las lluvias torrenciales habituales de otoño en el Mediterráneo, pero las extraordinarias que ocurren como digo ocasional y puntualmente.

Lógicamente con el cambio climático antropogénico que los científicos del clima estudian y conocido también el constante incremento de temperatura del mar Mediterráneo, más otros fenómenos que vienen del Atlántico, el riesgo se incrementa.

Con lo que, sabido esto, y sabido que la economía española puede hacer frente a infraestructuras más ambiciosas para contener estos fenómenos, es evidente que la inversión realizada en ferrocarriles de alta velocidad en las últimas décadas se debería haber destinado a obras para contener los fenómenos de gota fría.

No puedo dejar de mencionar que, cuando hay alertas meteorológicas, especialmente las de lluvias, la población en general no hace casi nada más allá de coger el paraguas. En las de calor, y sobre todo las de frío o nieve, observo algo más de atención.

La culpa por tanto es de la sociedad en su conjunto.

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