En el idioma japonés el trabajo, su expresión, viene a ser sinónimo de «cosas útiles».
En los idiomas francés y español trabajo viene de la palabra latina «tripalium», que era un instrumento de tortura formada por tres estacas donde se ataba a los prisioneros para luego lanzarlos a la hoguera.
Podemos celebrar, o reivindicar el día del trabajo.
Ya en 1.593 felipe II estableción por Edicto real la jornada de 8 horas, y posteriormente eso se ha confirmado en sucesivos hitos históricos.
En 1.886, tras las históricas reivindicaciones que se conmemoran, varios sectores estadounidenses accedieron a otorgar la jornada de 8 horas. Eran semanas de 48 horas, décadas después se convirtieron en 40.
Llama la atención que, incluso con los extraordinarios incrementos de la productividad dicha jornada no haya vuelto a revisarse, solo tibios avances en las administraciones públicas de los países occidentales y algún intento en Francia que no llevó a nada.
«El trabajo nos hace libres» rezaba a la entrada de Auschwitz, es posible.
El horizonte es precario al parecer, tendríamos que pensar en que sean gratuitos toda una serie de servicios (movilidad, sanidad, conocimiento, energía. Y dejar bastante de lado el consumismo para un modelo social basado más en las relaciones sociales.