Ministerio de Justicia
Registro Civil de Madrid
Número 2003987/94
223
En Madrid, a las catorce horas del día veinticinco de octubre de mil novecientos quince: reunidos en la casa número ochenta de la calle del Mesón de Paredes el señor don Antonio Domínguez Fernández Juez Municipal y encargado del Registro Civil del distrito de la Inclusa y Don Francisco Álvarez de Laiz y Álvarez de Toledo Secretario, compareció doña Remedios Fernández Jiménez, natural de Cuevas del Valle, Ávila, de diecisiete años de edad, peinadora, xxxxx ocho primero, presentado declaración en este Registro Civil y al efecto como madre de la misma declara: Que dicha niña nació a las cuatro horas del día de ayer en la casa que nos encontramos: Que se le pone por nombre Fernanda, que es hija natural de la declarante: Que es hija por línea materna de don Plácido y doña Filomena, naturales de Cuevas del Valle, Ávila. Son testigos don Tomás Fernández Richaro y don Ceferino Calleja Sánchez Mediodía Chica nueve y Jaunmelo diecisiete. Leída y sellada este acta la firma el señor Juez, los testigos y ánego de la declarante por imposibilidad firma don Ramón de Oso y Pozo de esta partida que certifico
Esta es la partida de nacimiento de mi abuela materna.
Dicha partida no se entiende muy bien, por lo que, aunque examinada con detalle, hay algún aspecto que no he llegado a descifrar claramente. En ese tiempo se escribía muy bonito pero al mismo tiempo confuso, todo seguido, no sé si esto es la letra caligráfica pautada, pero se confunden m, n, i, u, s, t y r. Todas hacen un pico, y a veces hay una hilera de picos de difícil comprensión.
Podemos deducir de dicha partida que, más que aclarar asuntos sobre el nacimiento de mi abuela, lo que se acumulan son interrogantes.
No voy a hablar de la fecha, pues en el DNI de mi abuela sale una fecha un poco diferente, pero ahora mismo es irrelevante, puede ser debido a varias razones, una de ellas que no entienda bien la letra.
Se encuentran en Madrid en una vivienda de la calle Mesón de Paredes, una calle del casco antiguo.
Tenemos a un juez Municipal que al mismo tiempo es el encargado del Registro Civil del distrito de la Inclusa de dicha ciudad.
La Inclusa es donde iban a parir las mujeres solteras, de padre desconocido. Las prostituta diría según quien. Aunque en este documento no sé si podemos inferir eso o es un mero domicilio casual.
A continuación aparece un Secretario y sigue Remedios, que es mi bisabuela, la madre de mi abuela materna.
Remedios es natural de Cuevas del Valle, en Ávila.
Cuevas es un precioso pueblo que se encuentra en un valle de un afluente del río Tiétar, a su vez afluente del Río Tajo. Dicho valle está a los pies de la Sierra de Gredos, la ladera Sur en concreto, la más frondosa y húmeda, con mucha precipitación en invierno que provoca que haya mucha vegetación y gran cantidad de agua, en forma de ríos y fuentes.
Peinadora de profesión, esa expresión creo entender que es lo que pone en la partida, pero no estoy seguro.
De diecisiete años de edad. Ojo. Un momento. ¿Solo diecisiete años? ¿qué hace una chica de su edad pariendo en Madrid? Madrid, si miramos el mapa, está a algo más de ciento cincuenta kilómetros de su lugar de nacimiento.
Al parecer, según indica ese documento, Remedios dio a luz el día anterior a una niña a la que pone de nombre Fernanda, a la sazón mi abuela materna.
A continuación se lee “Que es hija por línea materna de don Plácido y doña Filomena, naturales de Cuevas del Valle, Ávila. Son testigos don Tomás Fernández Richaro y don Ceferino Calleja Sánchez Mediodía Chica nueve y Jaunmelo diecisiete. Leída y sellada este acta la firma el señor Juez, los testigos y ánego de la declarante por imposibilidad firma don Ramón de Oso y Pozo de esta partida que certifico”. En definitiva testigos y fedatarios públicos. No hay nadie más. No está el padre de la criatura, ni los padres de mi bisabuela.
¿Qué ha pasado?
Vivir es vivir, y además contarlo.
Y comienza la maldición familiar. Remedios es una joven que está sola, lejos de su lugar natural donde viven familia, amigos y recuerdos. Pero está sola. Yo la conocí en la medida que tengo uso de razón, con tres o cuatro años, pero siempre la he visto sola. Mi abuela no tiene hermanos además. Y mi abuelo solía irse de casa, desaparecía semanas y se iba al monte, a la desembocadura del Ebro, a cazar pájaros, para el canto, jilgueros normalmente. Mi abuelo materno era de Castellón y vivió su vida a caballo entre Castellón y Barcelona. Era herrero, pero trabajaba y dejaba de trabajar. Bebía y fumaba mucho, y comiendo era muy caprichoso.
Mi madre también se fue de casa muy joven, menor de edad. Y también tuvo un hijo de padre desconocido, y el otro, que soy yo, fruto de una aventura con un hombre que ya estaba casado con tres hijos.
Y yo estoy aquí solo, delante de la pantalla y el teclado.
¿Estamos todos solos, o solo mi familia por la línea materna?
Mi línea, mis ancestros, por la línea materna caen sobre mí como una enorme catarata, desprendiendo guijarros que ya trae el río y a los que se suman los que se encuentra esa cascada en su caída.
¿Qué convierte un culebrón en algo interesante? No lo sé ahora mismo.
Volvamos atrás, vayamos de nuevo a principios del siglo XX.
¿Qué hacía esa chica pariendo en Madrid a los diecisiete años?
Mi bisabuela pasó los últimos años de su vida en su pueblo natal. Estuve ahí hace unos años, mi bisabuela había fallecido tiempo atrás, y con lo que pude indagar no averigüé nada. Es decir, personas que habían convivido con ella esos años no sabían, o no querían decirme, quién era el padre de mi abuela Fernanda. En principio, hasta donde yo sé, se llevó el secreto a la tumba.