El mundo en blanco y negro

He mirado tres series la última semana, y anteayer miré los 8 episodios de una serie concreta en un mismo día. Algo inaudito, pues no suelen gustarme las series.

Una persona deprimida no mira series.

También ayer miré casualmente Cuentos de Tokyo de Ozu, ya la había visto, una obra maestra.

Pero, ¿qué diferencia hay entre una serie y una peli como esa?. Parece que de entrada, lo dijo un director de cine, todo es más explícito en la serie, pero creo que va más allá.

Detrás del fenómeno está la comodidad.

De Ana Karenina hay muchas versiones, tanto en cine como en tele y series. pero ese libro es una obra muy larga que no se puede resumir en 90 minutos, se ciñen al asunto del triángulo sentimental y tormentoso de Ana Karenina, su marido y su amante. Tolstoi hablaba de romances y política en sus obras, a diferencia de Dostoyevski cuyas novelas eran más sicológicas. La mejor peli de Ana Karenina es la de Greta Garbo de hace 80 años, encima es una peli corta como muchas de entonces. Existen series de la novela que plasman más literalmente la novela, pero son sosas.

Curiosamente dura mucho más una serie que una película, incluso que Lo que el Viento se llevó, y da una pereza enorme ver una peli de más de dos horas y no así tragarse del tirón más de 8 horas de serie.

Es posible que esté todo más mascado en una serie, es todo como más de como es tu alrededor, no cabe el esfuerzo, la imaginación, es más ligera, como un pasatiempo. En una peli pasan más cosas con escenas más lentas en menor espacio de tiempo. Posiblemente hay más reflexión. En una serie hay un bombardeo de estímulos a cada minuto, cada 5 minutos, giros, quiebros, requiebros.

Una novela o un libro es el Blanco y Negro dentro del blanco y negro. Es como la diferencia entre erotismo y pornografía. Todo es menos explícito.

La peli de Ozu es de otro tiempo, de otra cultura, diferente, en otro color, con pausas, pero es intensa, se queda en la memoria, en la retina.

En la oscuridad de la noche, a la luz de la Luna, las estrellas, o incluso de alguna pequeña luz que se cuela en la habitación, no vemos en colores, también forma parte de las personas el B/N, y también el hecho de contar una historia sin imágenes, como han hecho durante cientos de generaciones los humanos. Al fin y al cabo la tele tampoco es real.