En esencia la gran mayoría de la gente es buena

Afirma Rutger Bregman en su libro Dignos de ser humanos que reyes, gobernantes y generales creen que la gente egoísta solo lo es porque ellos lo son y recurren a la fuerza bruta para prevenir peligros que solo existen en su cabeza.

La histeria mediática contemporánea se podría definir como una lucha despiadada contra lo cotidiano . Porque , seamos sinceros: la vida de la mayoría de las personas es aburrida. Simpática, pero aburrida.

En las noticias, el lado malo del ser humano gana por goleada al lado bueno, porque lo malo es excepcional y llamativo, mientras que lo bueno es cotidiano, corriente y aburrido.

Un libro con mucho éxito y muy leído es El Señor de las moscas. ¿Es malo el ser humano por naturaleza?, fulano se molestó en buscar si existía una historia real similar a la planteada en dicha novela, y justamente, en la historia que ocurrió cerca Nueva Guinea, en una isla abandonada donde convivieron durante 7 adolescentes por un naufragio sucedió todo lo contrario, todos se ayudaban y sobrevivieron con buen rollo y ayudándose.

Tenemos una clara tendencia a fiarnos enseguida de los demás, que es precisamente la razón por la que los estafadores profesionales tienen tanto éxito.

El ser humano es la única especie del reino animal que se ruboriza, curioso, ¿verdad?. Quien se ruboriza hace saber a los demás que no le resulta indiferente lo que piensen de él. Y eso favorece la confianza.

Es evidente que la lucha y la competencia desempeñan un papel en la evolución, pero ahora se sabe que es mucho más importante es la importante.

Los genios inventan más pero son menos sociales, los copiones en cambio esparcen más el conocimiento, unos inventan y los otros divulgan, con lo que ambos son necesarios.

Malas noticias, según un estudio de la Universidad de Amsterdam, el efecto de la oxitocina (la del apego maternal sobretodo) se limita en muchos casos al propio grupo. Al tiempo que intensifica el amor por nuestros amigos, puede reforzar el rechazo a los extraños.

En diversos estudios se sabe que solo entre el 15 y el 25 % de los soldados dispara, solo disparan la mayoría cuando los miran, y no necesariamente a matar.

Hay quien afirma que la guerra es un invento moderno, en las pinturas prehistóricas nunca hay imágenes de matar a humanos.

Todo esto no quiere decir que el ser humano sea un angelito, no seamos ingenuos, se mezclan muchas situaciones e instintos.

La vanidad y la avaricia han existido siempre.

No pienses que los primeros libros estaban dedicados a la poesía lírica. Los textos más antiguos son largas listas de deudas pendientes de cobro. La escritura la inventó la contabilidad en Mesopotamia.

La gente ordinaria es capaz de hacerles cosas terribles a sus semejantes, ver el experimento Milgram, las personas tendemos a seguir a la autoridad y al grupo. El mal, en general, hay que forzarlo a emerger. La autoestima y la aprobación del grupo juegan un papel muy importante, a mi juicio el más importante. El motor de las personas es la autoestima.

El ser humano se deja seducir por el mal, camuflado del bien.

Antes de aprender a hablar, los niños ya tienen aversión a aquello que les resulta ajeno. Nacemos con un botón tribal en el cerebro. La empatía y la xenofobia son dos caras de la misma moneda, somos la criatura más amistosa y al mismo tiempo más cruel del planeta.

La distancia física también alienta el mal, la lejanía hace que deshumanicemos al otro.

Y, ¿por qué tanto mal?, pues porque un 1 % de los individuos tienen una componente narcisista paranoide de manual con afán enfermizo de poder. En las microsociedades la arrogancia no se tolera. En principio los más afables y empáticos los que emergen como líderes. Pero ha de haber de todo. No obstante el poder suele subirse a la cabeza.

Compararnos con monos antropoides no sirve, pues los chimpancés, orangutanes, gorilas y bonobos tienen un comportamiento muy diferente entre sí a nivel grupal.

El líder mejor aceptado es: generoso, amable, tiene coraje y carisma, es imparcial y de carácter abierto, honesto y sereno, entusiasta y modesto.

Fabricamos grupos grandes con mitos (religión, patria) nos hace imaginar un vínculo con otros más allá de las 150 personas que un humano tiene en la cabeza , en su grupo, en su tribu.

Creemos en el dinero, ¿por qué se sigue encerrando la gente cuarenta horas por semana en jaulas que llamamos “oficinas”?

La vergüenza y la presión del grupo no permitían excesos. En una sociedad organizada de forma jerárquica como las actuales, los sujetos maquiavélicos cuentan con una gran ventaja para derrotar a sus enemigos: la falta de vergüenza. Los mecanismo de la vergüenza son más efectivos que las leyes, la censura o la violencia. En una organización extraordinariamente jerárquica como es una empresa hay tal desnivel de premio entre el propietario (o en su caso cúpula directiva) y el resto de empleados que dificilmente se puede ejercer un liderazgo desde arriba. El 16 % de los gerentes de empresas padecen algún tipo de sociopatía diagnosticable, frente a un 1 % en el resto de la población. Somos animales brutalmente arrancadps de su hábitat natural.

Jos de Blok y su empresa Buurtzorg serían un paradigma del nuevo realismo, sin mánagers, dejar que las personas trabajen en paz. Este es un caso de empresa que de la nada a pasado a tener más de 14,000 trabajadores.

Sin que nadie nos obligue, hacemos continuamente cosas que no producen ningún rendimiento económico y, encima, son agotadoras. Según un reciente estudio británico, la amplia mayoría de la población (un 74%) se identifica más con valores como la amabilidad, la honestidad y la justicia que con el dinero, el estatus y el poder. Lo contrario de jugar es la depresión.

Mediante la democracia participativa, cercana, las 7 plagas de las democracias actuales se desvanecen.

El término economía procede de la palabra griega oikonomia, que significa “administración del hogar”, tendemos a comportarnos como auténticos comunistas en el trabajo (colaboración) edntre compañeros.

El mal es más fuerte, pero el bien es mucho más frecuente. Una mirada hostil tiene más efecto en nosotros que una broma simpática. Hay demagogos y alborotadores que alimentan nuestro odio. Haidt descubrió que la gente suele sorprenderse gratamente o sentirse conmovida cuando presencia actos sencillos de bondad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *